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Cuando empecé a escribir este post pensé en las ocasiones en las que he oído hablar de la hipnosis como algo relacionado con la farándula.

El término “hipnosis” es utilizado o está relacionado en demasiadas ocasiones con espectáculos que nada tienen que ver con la realidad de la hipnosis clínica.

Historia de la hipnosis clínica

Historia de la hipnosis clínica

Aunque la hipnosis ha sido practicada por diferentes civilizaciones como: los egipcios, griegos, celtas y muchos otros, pero con diferentes nombres, la historia de la hipnosis clínica comienza con el médico y filósofo alemán Franz Anton Mesmer a finales del siglo XIX y principios del XX (han pasado unos cuantos años desde entonces).

Pasó a ser un método para el estudio y tratamiento de la histeria como trastorno mental y para otros desórdenes psicológicos, en los que se producen de manera simultánea trastornos del comportamiento con síntomas o alteraciones orgánicas.

El cirujano escocés James Braid fue el primero en acuñar el término “hipnosis”.

 

¿Qué es y para qué sirve la hipnosis?

Constituye un apartado más en el desarrollo de la psicología clínica, que busca explicar cambios orgánicos o funcionales atendiendo a factores de tipo psicológico, al igual que lo hiciera Freud o Pavlov cuando trataban de explicar la histeria o las neurosis.

Las definiciones y teorías sobre la hipnosis presentan muchas connotaciones, incluso en lo relacionado a cómo es utilizada en la práctica clínica.

La división 30 de la Asociación Americana de Psicología  (APA), por sus siglas en inglés, propuso una definición que actualmente está aceptada por las principales asociaciones de hipnosis de todo el mundo. Esta definición está basada en 7 puntos:

  1. La hipnosis es un procedimiento en el que “un especialista sugiere” a una persona que experimente cambios en sus sensaciones, percepciones, pensamientos o conducta.
  2. El contexto hipnótico se suele establecer usando un procedimiento de inducción, donde pueden incluirse sugestiones de calma, relajación y bienestar, junto con instrucciones de pensar o imaginar determinadas experiencias agradables.
  3. Se pueden experimentar muy diferentes respuestas durante la hipnosis. En general, la mayor parte de la gente señala que la experiencia es muy agradable.
  4. Algunas personas responden mucho a las sugestiones hipnóticas y otras no. Las personas hipnotizadas no pierden el control, son conscientes de quiénes son y dónde están. La hipnosis no obliga a nadie a experimentar sugestiones, únicamente lo facilita.
  5. La hipnosis clínica no es una forma de terapia, como la Terapia de Cognitivo Conductual (TCC), sino un procedimiento o técnica que puede facilitar la terapia psicológica. Por lo tanto, debe utilizarse por profesionales de la salud formados y con credenciales que avalen su capacidad como tales.
  6. Las aplicaciones de la hipnosis son muy amplias, pero no tiene por qué ser útil para todos los problemas y personas.
  7. Por último, la APA resalta varias vertientes de la hipnosis en investigación: tratar de aumentar el conocimiento, su aplicación en el tratamiento de problemas psicológicos y médicos, y también conocer su impacto en la memoria, percepción, fisiología, etc.

De esta definición podemos extraer dos puntos importantes:

  • Cuando hablamos de hipnosis nos referimos a un procedimiento o técnica que contribuye o ayuda a que algo tenga lugar, junto a terapias consolidadas, que crea un contexto donde se facilita el cumplimiento de las sugestiones en ciertas personas.
  • La hipnosis no es un estado alterado de conciencia, ni un tipo de terapia, ni útil para todos los problemas ni personas. No debería hablarse de hipnoterapia o hipnoterapeuta, sino de profesionales de la salud, con formación añadida y específica en hipnosis clínica.

Creencias erróneas y mitos sobre la hipnosis

Las creencias erróneas o mitos sobre la hipnosis se deben, en gran medida, a esos supuestos hipnotizadores que vemos en la televisión o en ciertos espectáculos y también al desconocimiento sobre la técnica.

A continuación, señalamos las más frecuentes:

  • La hipnosis no pertenece al campo de la psicología científica. Quienes la practican suelen ser charlatanes, curanderos o individuos del espectáculo. Las personas que mejoran con ella, son crédulos, ignorantes y dependientes.
  • Puede dejar a la persona enganchada en un trance y al no poder salir del estado hipnótico, su voluntad queda reducida.
  • La hipnosis puede agravar psicopatologías latentes. Incluso puede desarrollar alteraciones psíquicas en individuos sanos.
  • Provoca un estado similar al del sueño, en el que la persona muestra unas características especiales. Si no es así, la persona no está hipnotizada.
  • Elimina y anula el control voluntario de la persona.
  • Provoca reacciones inusuales, excepcionales y/o mágicas en las personas.
  • La hipnosis es una terapia sumamente útil, rápida y eficaz, que no exige ningún esfuerzo.

Todas estas creencias erróneas tienen como resultado que muchas personas tengan miedo o se nieguen a que se emplee este tipo de recurso o herramienta.

Mitos sobre la hipnosis y creencias erróneas

¿Qué beneficios tiene la hipnosis?

Es importante destacar que en todo proceso terapéutico la alianza entre paciente y terapeuta, junto con la motivación para el cambio, son condiciones fundamentales.

Dicho esto, existe evidencia científica sobre los beneficios de la hipnosis: potencia el tratamiento psicológico, reduce su duración y los efectos de la terapia son más prolongados en el tiempo. 

Como indican Mendoza y Capafons (2009), la hipnosis es considerada eficaz o como tratamiento bien establecido para abordar el dolor, tanto crónico como agudo. Las personas que lo sufren pueden aprender a manejarlo, reducirlo o conseguir que pase con mayor rapidez. Una enfermedad en la que la hipnosis está obteniendo buenos resultados es la fibromialgia.

También es utilizada y se puede considerar probablemente eficaz dentro de tratamientos para la ansiedad y depresión, ciertos trastornos del sueño, el tabaquismo y la obesidad.

Además, se emplea en otras áreas de la medicina como son la preparación a la cirugía o al parto, en oncología, trastornos gastrointestinales, asma o hipertensión.

De la misma forma, puede utilizarse en el tratamiento de trastornos psicosomáticos y para favorecer cambios en aspectos concretos, como la autoestima o las fobias.

Pero no olvidemos que no es una terapia curativa.

La evidencia científica ha podido acreditar que existe una relación entre la mente y el cuerpo y que no son entidades separadas. Pero parece que, incluso hoy día, es difícil de aceptar.

¿Cómo es una sesión de hipnosis?

Cuando consideramos conveniente utilizar este procedimiento dentro de la terapia, es preciso proporcionar toda la información necesaria que aclare y ayude a comprender la hipnosis.

Además, también es importante evaluar la capacidad que todos tenemos, en mayor o menor medida, para dejarnos llevar por la imaginación y focalizar la atención y la concentración. Dicho de otra forma, abstraernos en nuestros propios pensamientos o sensaciones.

A mayor capacidad de sugestión, mayor probabilidad de obtener beneficios con la hipnosis.

Una sesión de hipnosis podría estar compuesta de las siguientes fases:

  1. Fase de inducción hipnótica: se busca que la atención de la persona se enfoque, de manera dirigida, buscando la concentración en los detalles del contexto que se está experimentando.
  2. Técnicas de profundización: se busca intensificar el estado hipnótico.
  3. Sugestiones terapéuticas propiamente dichas: se proporciona a la persona una serie de indicaciones, sencillas y directas, cuya finalidad es que sean tenidas en cuenta cuando surja la situación problema que se está tratando.
  4. Finalización o salida: se saca a la persona del estado hipnótico, utilizando el procedimiento de inducción en sentido contrario.

¿Qué es la autohipnosis?


Una parte fundamental de cualquier terapia es favorecer la autonomía de las personas y que puedan aplicar en casa las técnicas entrenadas en consulta.

Seguro que, en alguna ocasión cuando hemos ido en coche, en tren o en metro, nuestra mente se ha escapado de alguna manera y nos hemos centrado en pensamientos de todo tipo, y al llegar a nuestro destino, de repente hemos “despertado” de ese estado con cierto desconcierto.

Ese desconectar de la realidad del momento presente, de manera inconsciente, y lo que imaginamos durante esos momentos, puede influir en nuestra vida. Es posible que esto nos suceda varias veces al día sin ni siquiera darnos cuenta.

Aunque lo ideal es entrenarse en esta técnica con personal cualificado, podemos practicar la autohipnosis, en cualquier momento, siguiendo algunas pautas sencillas (respiración, relajación o imaginación, entre otras) y siendo constantes.

Conclusiones sobre la Hipnosis clínica

Aunque muchas personas, incluyendo terapeutas, poseen ideas erróneas sobre la hipnosis, los datos empíricos apoyan de manera consistente su eficacia como un procedimiento adjunto para tratar una amplia diversidad de síntomas.

Esto no implica que la hipnosis sustituya las terapias existentes, sino que podría incorporarse con mayor frecuencia a la atención clínica para mejorar los resultados obtenidos por los pacientes (Montgomery y Schnur, 2005).

El catálogo de tratamientos del que se hace cargo la sanidad pública en España excluye esta técnica, no siendo así en otros países como EE. UU, a pesar de constituir una herramienta auxiliar y eficaz en el tratamiento de una amplia variedad de trastornos psicológicos y médicos, cuyo uso puede facilitar el proceso terapéutico.

¿Podemos aceptar que cuando una persona está relajada su sistema neuroendocrino e inmunológico funciona de modo diferente a cuando vive un suceso amenazante?, ¿es algo que se puede medir objetivamente?, la ciencia nos dice que sí. Sin embargo, parece que es difícil aceptar que el entrenamiento en relajación junto con la sugestión produce cambios positivos concretos y que se pueden evaluar.

 


 

Bibliografía

Mendoza, M.E. y Capafons, A. (2009). Eficacia de la hipnosis clínica: resumen de su evidencia empírica. Papeles del Psicólogo, vol. 30, 2, 98-116.

Montgomery, G. H., & Schnur, J. B. (2005). Eficacia y aplicación de la hipnosis clínica. Papeles del psicólogo, 25(89), 3-8.