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Hablar sobre el daño cerebral es hablar de un suceso que puede cambiar radicalmente la vida de la persona que lo sufre y también la de aquellas de su entorno cercano.


Daño Cerebral Adquirido (DCA)


En primer lugar, hay que señalar que el daño cerebral adquirido hace referencia a una lesión que se produce de forma brusca (que sucede de forma repentina) y que se origina con posterioridad al nacimiento (durante cualquier etapa del desarrollo de una persona).

Según los últimos datos disponibles de la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia – EDAD (Instituto Nacional de Estadística, 2008), en España residen 420.064 personas con daño cerebral.

El 78% de los casos se deben a accidentes cerebrovasculares (ACV) o ictus isquémicos y hemorrágicos, mientras que el 22% restante corresponde a otras causas (traumatismos craneoencefálicos, tumores, infecciones, etc.).

Si tenemos en cuenta el sexo y edad, podemos observar que un 52,5% de las personas con daño cerebral son mujeres y un 47,5% son varones. El 65,03% de todos ellos se encuentran por encima de los 65 años.

 

¿Qué es un ictus o accidente cerebrovascular?


El término ictus procede del latín y significa golpe o ataque.

Cuando se produce la interrupción o la disminución del flujo de sangre a una parte del cerebro (isquemia o infarto cerebral) nos referimos al caso más común. Por otro lado, si lo que sucede es la rotura de una arteria o vena en el cerebro, hablamos de hemorragia cerebral.

De una manera más coloquial también utilizamos otros términos cuando hablamos de un ictus: embolia, derrame cerebral, trombosis o apoplejía.

 

¿Podemos prevenir un ictus?


Podríamos decir que existen diferentes causas o factores de riesgo que pueden favorecer un ictus. Aquellos que son más frecuentes también son modificables o controlables, poniendo un poco de nuestra parte:

  • Niveles altos de colesterol
  • Hipertensión arterial
  • Diabetes
  • Resistencia a la insulina
  • Tabaquismo
  • Obesidad
  • Consumo excesivo de alcohol
  • Falta de actividad física
  • Una dieta poco saludable
  • Depresión o estrés
  • Consumo de cocaína o anfetaminas

 

Síntomas del ictus

  1. Los síntomas suelen aparecer de repente.
  2. Se presentan diferentes síntomas según qué parte del cerebro se ve afectada y en qué medida.
  3. Se puede notar la cara entumecida o caída, un brazo o una pierna débiles, dificultad para ver, dificultad para hablar, un dolor de cabeza muy intenso o una pérdida del equilibrio.
  4. Suelen afectar a un lado del cuerpo.

 

¿Cuáles pueden ser las secuelas o consecuencias del daño cerebral o ictus?


Pueden ser numerosas y muy diferentes, dependiendo además de múltiples factores (características de las personas, tipo de lesión, gravedad, áreas afectadas, etc.…).

Las personas con una lesión cerebral frecuentemente pueden experimentar un extenso conjunto de alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales.

  1. Las alteraciones cognitivas (mentales) que más se repiten se refieren a problemas de atención, memoria o déficits en las funciones ejecutivas (planificar, organizar, regular, tomar decisiones, etc.).
  2. En cuanto a las alteraciones emocionales la depresión y la ansiedad son las manifestaciones más comunes.
  3. Con respecto a la conducta, se pueden observar cambios en la personalidad con un aumento de las manifestaciones de agitación, irritabilidad, agresividad, falta de inhibición, apatía y egocentrismo.

Alteraciones más usuales

Una de las alteraciones más usuales son aquellas relacionadas con los problemas de memoria. Tras una lesión puede verse afectada la memoria a corto plazo (inmediata) o a largo plazo. Cuando se presentan problemas a la hora de aprender, de recordar información nueva o sucesos recientes hablamos de la primera y cuando evocamos recuerdos del pasado hablamos de la segunda (Hart y Sander, 2017).

Memoria

El daño cerebral puede implicar un deterioro significativo en la calidad de vida de las personas, pero a pesar de que el tejido cerebral dañado no se recupere, otras partes del cerebro pueden aprender a asumir el trabajo de la parte dañada.

Es frecuente que estas personas sufran una pérdida de su independencia relacionada con su funcionamiento habitual anterior, lo que constituye una sobrecarga en su entorno más cercano, una modificación en la estructura y organización familiar y el deterioro de la calidad de vida tanto del afectado como de la familia.

 

Evaluación Neuropsicológica en el daño cerebral


La evaluación neuropsicológica en pacientes con daño cerebral comprende una amplia gama de aspectos: el funcionamiento previo del paciente, los déficits cognitivos, las alteraciones emocionales y de conducta, la autonomía para realizar actividades de la vida diaria, etc.

Para conseguir elaborar un perfil adecuado es conveniente analizar todas las variables posibles que puedan estar influyendo en una evaluación correcta.

En la actualidad, se dispone de múltiples protocolos, baterías y herramientas para la realizar una evaluación de los distintos procesos cognitivos.

 

Rehabilitación Neuropsicológica


Considerando las posibles consecuencias del daño cerebral, como afectan en el funcionamiento y la calidad de vida de los pacientes y sus familias, la rehabilitación debería ser vista como algo prioritario.

Debemos distinguir entre rehabilitación neuropsicológica y cognitiva, ya que el primer concepto es más amplio y abarca diferentes tipos de intervención (estimulación cognitiva, intervención cognitivo-conductual, psicoeducación para la familia y/o cuidadores, etc.).

George Prigatano (1999) ya indicó hace dos décadas la importancia de los principios para dicha rehabilitación, que deberían tenerse en cuenta de cara una intervención global, permitiendo un abordaje completo o integral.

Afortunadamente, en los últimos años, la rehabilitación neuropsicológica de estos pacientes ha cobrado mayor importancia e interés.

El incremento de la esperanza de vida, el aumento de los conocimientos médicos, el desarrollo de mejores pruebas para llevar a cabo un diagnóstico adecuado, junto con conceptos como neuroplasticidad (flexibilidad que tiene el cerebro para adaptarse) y reorganización cerebral, nos ayudan a explicar en qué consiste la recuperación, mejora y compensación de las alteraciones o déficits a nivel cognitivo, conductual y emocional (Mateer, 2003).

 

Programas de Rehabilitación Neuropsicológica


Sin duda, entre las alteraciones más habituales en pacientes con daño cerebral se encuentran aquellas relacionadas con la memoria, el pensamiento flexible y el autocontrol (control de impulsos), por lo que muchos de los programas de rehabilitación existentes se enfocan en estas áreas.

En general, los programas suelen utilizar conjuntamente 3 estrategias, dirigidas a mejorar el funcionamiento cognitivo y a conseguir que el paciente retome su vida con el mayor grado de autonomía y satisfacción posible (De Noreña y cols., 2010).

  1. Restaurar: estimular y ejercitar de manera repetida la función alterada.
  2. Compensar: utilizar otras funciones cognitivas preservadas (no dañadas).
  3. Sustituir: emplear ayudar externas.

 

Conciencia del Déficit

Otro aspecto relevante en la rehabilitación es la conciencia del déficit por parte de la persona afectada, que está muy relacionada con la motivación. El uso de técnicas como la psicoeducación y la retroalimentación (feedback), han arrojado resultados positivos que se reflejan en la calidad de vida de los pacientes (Villalobos y cols., 2020).

Otras técnicas que se pueden utilizar en la rehabilitación neuropsicológica

Hay que señalar que existen otras técnicas que se utilizan en la rehabilitación, como la atención plena o Mindfulness. Actualmente, existe un aumento de interés por la relación existente entre la anatomía cerebral, la neuropsicología y el Mindfulness.

La evidencia sugiere que el uso de estas técnicas puede aumentar la materia gris en áreas concretas como el hipocampo, el cerebelo, el tálamo derecho, la corteza frontal orbital, etc.. Su utilización repercute, tras la rehabilitación, en mejores puntuaciones en medidas de atención, memoria y funcionamiento ejecutivo (Link y cols., 2016).

En conclusión, incluir todo el conjunto de herramientas y técnicas señaladas, nos puede ayudar a establecer entornos de estimulación similares al ambiente real de los pacientes, o al menos su generalización a la vida diaria.

 




Bibliografía

De Noreña, D., Ríos-Lago, M., Bombín-González, I., Sánchez-Cubillo, I., García-Molina, A., & Tirapu-Ustárroz, J. (2010). Efectividad de la rehabilitación neuropsicológica en el daño cerebral adquirido (I): Atención, velocidad de procesamiento, memoria y lenguaje. Revista de Neurologia. https://doi.org/10.33588/rn.5111.2009652

Hart, T., & Sander, A. (2017). Memory and Traumatic Brain Injury. In Archives of Physical Medicine and Rehabilitation (pp. 407–408). https://doi.org/10.1016/j.apmr.2016.09.112.

Link, J. S., Barker, T., Serpa, S., Pinjala, M., Oswald, T., & Lashley, L. K. (2016). Mild Traumatic Brain Injury and Mindfulness-Based Stress Reduction: A Review. Archives of Assessment Psychology, 6(1), 7–32. Retrieved from https://www.assessmentpsychologyboard.org/journal/index.php/AAP/article/view/70/56

Mateer, C. A. (2003). Introducción a La Rehabilitación Cognitiva. Avances En Psicología Clínica Latinoamericana, 21, 11–20. Retrieved from http://neuropsicologia.com.ar/pdf/c_mateer_introduccion_a_la_rehabilitacion_cognitiva.pdf

Prigatano, G. P. (1999). Principles of neuropsychological rehabilitation. New York: Oxford Univerity Press.

Villalobos Tornero, D., Bilbao Bilbao, Á., López Muñoz, F., & Pacios García, J. (2020). Conciencia de déficit como proceso clave en la rehabilitación de pacientes con daño cerebral adquirido: revisión sistemática. Revista de Neurología, 70(1), 1–11. https://doi.org/10.33588/rn.7001.2019313